Hoy os compartimos una publicación de la web Cuentos y Recetas, escrito por Beatriz de las Heras García. Si quieres acceder a la publicación original haz clic en este enlace
Para aprender a leer, las emociones son fundamentales. Cualquier aprendizaje que vaya asociado a una emoción se fija en nuestro cerebro más fácilmente.
Sin embargo, no es lo mismo asimilar un nuevo conocimiento con miedo, que aprender algo con alegría. Ojo, que tanto el miedo como la alegría son emociones que sentimos y vivimos a diario.
¿CÓMO APRENDER A LEER?
Si aprendemos con miedo, nuestro cerebro asociará el acto de aprender a un sentimiento de temor y, entonces, tendremos un aprendizaje frustrado que, en ocasiones, puede llegar a paralizar al individuo.
Pues bien, si tenemos en cuenta que nuestras emociones son determinantes a la hora de adquirir conocimientos, debemos tener presente que el aprendizaje lector debe hacerse de una manera divertida, alegre y sin presiones que puedan frustrar la adquisición de este nuevo conocimiento.
Fijaos que la lectura es uno de los aprendizajes más importantes que realizan los niños en la etapa escolar y que, a su vez, va a facilitarles el acceso al conocimiento de otras áreas. Algo tan importante para el desarrollo de los niños debe tomarse muy en serio y debemos volcarnos en hacérselo lo más divertido y emocionante posible.
Debemos tener en cuenta que nuestro cerebro no nace preparado para leer, por lo que el aprendizaje lector modificará la arquitectura del cerebro del niño, para poder dar cabida a nuevos códigos (letras o grafemas) y para poder interpretarlos de la mejor manera posible.
Pero, ¿cómo aprende nuestro cerebro? ¿Cómo afecta la madurez del cerebro en el aprendizaje lector? ¿Cómo afectan las emociones a la enseñanza de la lectura?
¿CÓMO APRENDE NUESTRO CEREBRO A LEER?
Dentro del proceso neurológico, el cuerpo calloso es una estructura fundamental que conecta los dos hemisferios. El hemisferio derecho tiene funciones de tipo global y el izquierdo es el sistemático.
En el hemisferio izquierdo, se decodifican las letras y se forma un sonido, que a su vez formará una palabra.
Por su parte, el hemisferio derecho será el encargado de interpretar lo que el izquierdo está leyendo.
Por tanto, la comprensión lectora necesita de la correcta conexión entre ambos hemisferios. De lo contrario, se puede estar leyendo de manera sistemática, pero no estar comprendiendo o interpretando correctamente lo leído.
La cuestión más importante es conocer cuándo está nuestro cerebro preparado para aprender a leer.
En algunos países, como es el caso de España, se comienza a leer con 4 – 5 años. Pero el famoso sistema educativo de Finlandia ha apostado por retrasar el inicio de este aprendizaje a los 7 años.
Por desgracia, todavía faltan datos científicos que nos den respuesta a cuál es la edad apropiada para iniciar la lectura. Sin embargo, sí se sabe que nuestro cerebro tarda bastante en estar maduro a nivel de desarrollo neuronal. Esta madurez se calcula en torno a los 6 – 8 años.
Lo que está claro es que cuanto más tarde comencemos el aprendizaje lector, más posibilidades tendremos de encontrar un cerebro maduro y preparado para adquirir este conocimiento. Esto no quiere decir que aprender a leer con 4 o 5 años pueda suponer daño neurológico para los niños.
Ahora bien, si el niño no está preparado para empezar a leer, puede ocurrir que la experiencia del aprendizaje lector sea estresante e incluso frustrante.
Aunque es cierto que faltan datos sobre cuándo están los niños preparados, sobran argumentos y presiones sociales acerca de la edad en que se debe aprender a leer:
– En el colegio al que va el hijo de mi vecina, todavía no leen…van muy retrasados –
¡Ojo con ciertas afirmaciones!
Lo más importante en el desarrollo del aprendizaje lector es respetar los procesos madurativos del niño, para que la asimilación de este nuevo conocimiento sea ilusionante y no frustrante.
¿CÓMO AYUDAN LAS EMOCIONES EN EL PROCESO DE APRENDER A LEER?: LA ALEGRÍA Y LA SORPRESA.
Si enseñamos a nuestros hijos con alegría,les estamos enviando un mensaje claro de confianza. Cuando trasladamos esta emoción a nuestros hijos, podemos trabajar mejor el aprendizaje lector, pues el niño sentirá que puede aprender de manera relajada y no sentirá presión alguna ante sus errores.
En cuanto a la sorpresa, podemos decir que es una de las emociones más potentes para enseñar cualquier nuevo aprendizaje.
Si alguien nos dice: te está esperando una sorpresa cuando termines de hacer tú trabajo, seguro que intentamos terminar lo que quiera que estemos haciendo para poder ir a ver nuestra sorpresa. Es decir, la sorpresa ha hecho que nos motivemos. La motivación nos ha hecho incrementar la atención y, así, hemos finalizado nuestra tarea rápidamente para conseguir nuestro premio.
Lo mismo les sucederá a tus hijos con la lectura. Por eso, sorpréndelos con nuevas historias, motívalos llevándolos a la biblioteca o a un cuentacuentos. Prepara una tarde improvisada de picnic con cuentos en mitad del campo, etc. Lo más importante es que estén felices y motivados a la hora de adquirir este aprendizaje lector.
En todo proceso de aprendizaje, debemos ser capaces de respetar los ritmos propios de cada niño y adaptarnos a sus necesidades.
Todos los cerebros son distintos, maduran a ritmos distintos. Entonces, ¿por qué nos empeñamos en que aprendan del mismo modo?